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La mejor temperatura para dormir

La temperatura juega un papel fundamental a la hora de determinar la calidad de nuestro sueño. Aunque parezca un detalle menor, el entorno en el que dormimos, en particular la temperatura, puede afectar significativamente nuestra capacidad para conciliar el sueño y permanecer dormidos. Tanto si tiendes a acalorarte durante la noche como si prefieres un entorno más cálido y acogedor, encontrar la temperatura adecuada es fundamental para lograr un sueño reparador e ininterrumpido. En esta guía, exploraremos los mejores rangos de temperatura para dormir y cómo pueden influir en la calidad del sueño y la salud en general.

1. Dormir a una temperatura de entre 15 y 19 °C (60 y 67 °F)

El rango de temperatura de 60 a 67 °F es ampliamente reconocido como el ideal para promover un sueño de alta calidad. Este ambiente más fresco permite que el cuerpo baje naturalmente su temperatura central, lo cual es esencial para iniciar y mantener un sueño reparador. Dormir en este rango ayuda a mejorar la eficiencia del sueño al reducir la probabilidad de sudores nocturnos y prevenir despertares frecuentes.

Además, el cuerpo conserva energía a estas temperaturas, lo que le permite priorizar los procesos de recuperación durante el sueño. Cuando la habitación está más fresca, al cerebro le resulta más fácil regular las funciones del cuerpo sin el estrés de equilibrar el calor interno, lo que da lugar a una experiencia de sueño más reparadora.

Cómo afecta dormir a una temperatura de entre 15 y 19 °C (60 y 67 °F) al sueño REM

Dormir en este rango de temperatura tiene un impacto positivo significativo en el sueño REM, la etapa en la que se producen los sueños y se lleva a cabo el procesamiento cognitivo. El ambiente fresco ayuda al cuerpo a entrar y mantener el sueño REM, lo que reduce las posibilidades de fragmentación del sueño. Este sueño REM mejorado puede mejorar la retención de la memoria, la regulación emocional y la función cerebral en general.

Efecto sobre el metabolismo y la termorregulación.

A una temperatura de entre 15 y 19 °C, el cuerpo ajusta naturalmente su metabolismo para mantener el calor sin gastar demasiada energía. Dormir a temperaturas más bajas promueve la termogénesis, un proceso que ayuda a quemar más calorías y favorece el control del peso. Además, la capacidad del cuerpo para regular el calor de manera eficiente en este rango garantiza que no gaste energía innecesaria para mantenerse fresco o cálido, lo que permite un estado metabólico más equilibrado.

Cómo alcanzar una temperatura de entre 15 y 19 °C (60 y 67 °F):

  • Utilice un termostato programable para mantener una temperatura constante de 60 a 67 °F durante la noche.
  • Duerma con ropa de cama transpirable hecha de fibras naturales como el algodón o el lino.
  • Considere usar un ventilador o aire acondicionado para mantener la habitación fresca sin crear una corriente de aire.
  • Use ropa de dormir liviana que absorba la humedad para mantenerse cómodo.

Puntos destacados:

  • Ideal para promover un sueño ininterrumpido.
  • Mejora el sueño REM y la función cognitiva.
  • Apoya la termorregulación natural y el metabolismo.
  • Ayuda a reducir los sudores nocturnos y el sobrecalentamiento.

Para quién es mejor:

  • Personas que a menudo se despiertan debido al sobrecalentamiento.
  • Aquellos que buscan mejorar el sueño profundo y la restauración cognitiva.
  • Personas que desean mantener una temperatura corporal estable durante el sueño.
  • Aquellos en climas donde el control de la temperatura es un desafío.

2. Dormir a una temperatura de entre 20 y 22 °C

Dormir en temperaturas entre 68 y 72 °F suele considerarse una zona de confort para muchas personas. Este rango proporciona calidez sin ser demasiado caluroso, lo que permite un ambiente de sueño acogedor que favorece la relajación. Si bien no es tan fresco como el rango óptimo de 60 a 67 °F, aún ayuda al cuerpo a mantener un equilibrio entre calor y frescor, lo que evita la sudoración excesiva o el malestar.

Para las personas que prefieren un entorno para dormir un poco más cálido o viven en regiones donde las temperaturas más frías son menos comunes, la temperatura de 68 a 72 °F ofrece una opción equilibrada que no compromete la calidad del sueño. Permite transiciones suaves entre las etapas del sueño, lo que garantiza que el cuerpo y el cerebro reciban un descanso adecuado sin alteraciones relacionadas con la temperatura.

Cómo afecta el sueño REM dormir a una temperatura de entre 20 y 22 °C

Si bien este rango de temperatura es levemente más cálido, aún favorece un sueño REM saludable, ya que mantiene la comodidad y evita el sobrecalentamiento. El cuerpo puede entrar en el sueño REM sin la necesidad de ajustar constantemente su temperatura, lo que permite un ciclo REM uniforme y constante. Como resultado, la función cognitiva, la regulación del estado de ánimo y el procesamiento emocional se benefician de esta fase REM ininterrumpida.

Efecto sobre el metabolismo y la termorregulación.

En este rango de temperatura, el cuerpo trabaja un poco más para enfriarse, lo que puede aumentar la tasa metabólica. Sin embargo, esto también garantiza que el cuerpo no se sobrecaliente, lo que permite una termorregulación eficiente. Aunque es menos óptimo para quemar calorías en comparación con las temperaturas más frías, dormir a 68-72 °F aún fomenta un estado metabólico equilibrado sin el riesgo de interrupción del sueño debido a los cambios de temperatura.

Cómo alcanzar una temperatura de entre 20 y 22 °C (68 y 72 °F):

  • Ajuste su termostato para mantener una temperatura constante entre 68 y 72 °F.
  • Utilice mantas de peso medio que se puedan ajustar fácilmente según la comodidad.
  • Mantenga la habitación bien ventilada, pero evite las corrientes de aire.
  • Opte por ropa de cama que absorba la humedad para evitar el sobrecalentamiento.

Puntos destacados:

  • Cómodo para la mayoría de las personas, especialmente en climas moderados.
  • Favorece el sueño REM sin sobrecalentamiento.
  • Promueve ciclos de sueño estables.
  • Permite al cuerpo regular la temperatura sin un uso excesivo de energía.

Para quién es mejor:

  • Personas que prefieren un ambiente para dormir ligeramente más cálido.
  • Parejas con diferentes preferencias de temperatura
  • Aquellos que viven en climas moderados y no requieren sistemas de refrigeración.
  • Personas que experimentan fluctuaciones leves de temperatura durante la noche.

3. Dormir a temperaturas inferiores a 15 °C (60 °F)

Dormir en temperaturas inferiores a 15 °C crea un ambiente significativamente más fresco, que algunas personas prefieren para disfrutar de una experiencia de sueño fresca y vigorizante. En tales condiciones, el cuerpo tiene que trabajar más para mantener el calor, lo que puede ser beneficioso para quienes tienden a sobrecalentarse durante la noche. Sin embargo, si la temperatura baja demasiado, puede provocar malestar, lo que puede interrumpir el sueño, ya que el cuerpo lucha por equilibrar su temperatura central.

Para quienes están acostumbrados a climas más fríos o disfrutan de un ambiente fresco para dormir, esta temperatura puede ayudar a lograr un sueño más profundo. A menudo se requiere ropa de cama adecuada, como mantas más pesadas o ropa de cama con calefacción, para mantener una experiencia de sueño cómoda sin alterar el ciclo del sueño debido al frío excesivo.

Cómo afecta dormir a temperaturas inferiores a 15 °C (60 °F) al sueño REM

Las temperaturas más frías pueden prolongar el tiempo que el cuerpo necesita para entrar en la fase REM, ya que se centra en la termorregulación. Sin embargo, una vez que el cuerpo se adapta, el ambiente más frío puede provocar ciclos REM prolongados, lo que permite que el cerebro se beneficie plenamente de esta fase restauradora. Siempre que el frío no provoque molestias, la calidad del sueño REM suele mantenerse o incluso mejorar, lo que favorece la estabilidad emocional y la función cognitiva.

Efecto sobre el metabolismo y la termorregulación.

A temperaturas inferiores a 15 °C, el cuerpo aumenta la termogénesis, un proceso en el que quema calorías para generar calor. Esto acelera el ritmo metabólico, lo que puede ayudar a controlar el peso y al gasto de energía durante el sueño. Sin embargo, el cuerpo también debe trabajar más para mantener el calor, lo que, si no se mantiene adecuadamente con ropa de cama adecuada, puede agotar los recursos energéticos y perturbar el sueño.

Cómo lograr una temperatura inferior a 60 °F (15 °C):

  • Utilice mantas más pesadas o una funda de colchón térmica para mantener el calor.
  • Asegúrese de un aislamiento adecuado en el dormitorio para evitar corrientes de frío excesivas.
  • Use ropa de dormir abrigada, pero transpirable, para retener el calor sin sobrecalentarse.
  • Considere usar un calentador controlado por termostato para mantener una temperatura cómoda para dormir.

Puntos destacados:

  • Promueve el aumento de la quema de calorías a través de la termogénesis.
  • Puede extender los ciclos de sueño REM una vez que el cuerpo se adapta
  • Puede requerir ropa de cama adicional para mayor comodidad.
  • Adecuado para quienes prefieren un ambiente de sueño fresco y fresco.

Para quién es mejor:

  • Personas que se calientan fácilmente durante el sueño.
  • Aquellos que viven en climas más fríos con un aislamiento adecuado
  • Personas que buscan aumentar el gasto calórico durante el sueño.
  • Durmientes que disfrutan de un ambiente fresco y agradable para dormir sin sentir demasiado frío.

4. Dormir a temperaturas superiores a 22 °C (72 °F)

Dormir a temperaturas superiores a los 22 °C puede generar un ambiente más cálido, lo que puede resultar incómodo para muchas personas. En este rango de temperatura, el cuerpo debe esforzarse más para enfriarse, lo que a menudo provoca la interrupción de los ciclos de sueño y la sudoración nocturna. El sobrecalentamiento puede dificultar que el cuerpo logre y mantenga un sueño profundo, ya que el cerebro está constantemente controlando la termorregulación. Sin embargo, algunas personas, en particular las que viven en climas cálidos, pueden tolerar esta temperatura con el uso de ropa de cama liviana y una ventilación adecuada.

En ambientes más cálidos, es fundamental tomar medidas como el uso de ventiladores, ropa ligera o aire acondicionado para crear un ambiente confortable. Si bien algunas personas pueden dormir bien en estas condiciones, muchas personas experimentan despertares frecuentes y sueño intranquilo cuando la temperatura supera este umbral.

Cómo afecta dormir a temperaturas superiores a 22 °C (72 °F) al sueño REM

A temperaturas más altas, el sueño REM suele acortarse o fragmentarse. El sobrecalentamiento puede interferir con la capacidad del cerebro para participar plenamente en esta fase crítica del sueño, lo que lleva a un procesamiento de la memoria y una regulación emocional menos eficientes. A medida que el cuerpo lucha por enfriarse, el sueño se vuelve más ligero y se interrumpe con mayor facilidad, lo que dificulta alcanzar y mantener la fase REM.

Efecto sobre el metabolismo y la termorregulación.

Cuando se duerme en temperaturas superiores a los 22 °C, los procesos metabólicos del cuerpo suelen ralentizarse debido a la energía que se gasta en intentar enfriarse. La sudoración y la regulación del calor pueden sobrecargar el cuerpo, lo que lleva a una disminución de la eficiencia energética general durante el sueño. Aunque se queman algunas calorías como resultado de este esfuerzo, no es tan eficaz como en entornos más fríos para promover la termogénesis.

Cómo alcanzar temperaturas superiores a 72 °F (22 °C):

  • Utilice ropa de cama ligera y transpirable para evitar el sobrecalentamiento.
  • Utilice ventiladores, aire acondicionado o ventanas abiertas para enfriar la habitación.
  • Use ropa de dormir liviana que absorba la humedad para evitar los sudores nocturnos.
  • Tenga a mano un vaso de agua fría para mantenerse hidratado durante toda la noche.

Puntos destacados:

  • Puede provocar ciclos de sueño alterados debido al sobrecalentamiento.
  • Acorta el sueño REM y reduce la recuperación cognitiva.
  • Requiere métodos de enfriamiento adicionales, como ventiladores o aire acondicionado.
  • Puede provocar sudores nocturnos y aumento de la vigilia.

Para quién es mejor:

  • Personas que viven en climas cálidos con acceso a sistemas de refrigeración.
  • Personas que no experimentan problemas de sobrecalentamiento durante el sueño.
  • Aquellos que prefieren dormir en ropa de cama más ligera y transpirable.
  • Personas que duermen y que no requieren ciclos REM largos para la función cognitiva

La mejor temperatura para los niños

En el caso de los niños, su temperatura ideal para dormir es similar a la de los adultos, entre 18 y 21 °C (65 y 70 °F). Una habitación más fresca ayuda a regular su temperatura corporal y evita el sobrecalentamiento, lo cual es importante porque los niños son más sensibles a los cambios de temperatura. Asegurarse de que no tengan ni demasiado calor ni demasiado frío puede mejorar significativamente su calidad de sueño, ayudándolos a conciliar el sueño más rápido y a permanecer dormidos durante más tiempo.

Los padres también deben tener en cuenta la edad del niño, ya que los bebés y los niños más pequeños pueden necesitar un ambiente un poco más cálido. En el caso de los recién nacidos y los bebés, es fundamental evitar el sobrecalentamiento, ya que puede aumentar el riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL). Mantener la habitación a una temperatura agradable y vestir al niño de manera adecuada para la temporada ayudará a garantizar que duerma profundamente y de manera segura.

La mejor temperatura para los adultos mayores

A medida que las personas envejecen, pueden volverse más sensibles a las temperaturas extremas, por lo que es importante encontrar una temperatura para dormir que favorezca tanto la comodidad como la salud. Para los adultos mayores, se suele recomendar una temperatura ambiente de alrededor de 66-70 °F (19-21 °C). Este rango ayuda a mantener un equilibrio, manteniendo el cuerpo lo suficientemente cálido sin provocar sudores nocturnos o escalofríos, que pueden ser comunes a medida que las tasas metabólicas disminuyen con la edad.

Los adultos mayores también pueden experimentar problemas como dolor en las articulaciones o problemas de circulación, que pueden verse agravados por los ambientes fríos. En estos casos, las temperaturas ligeramente más cálidas pueden resultar más cómodas, siempre que no interrumpan el sueño. Es importante mantener la habitación lo suficientemente fresca para favorecer el descanso, pero lo suficientemente cálida para evitar molestias por afecciones como la artritis.

La importancia de la temperatura en el sueño

La temperatura del ambiente en el que duermes desempeña un papel crucial en la regulación de los ritmos internos del cuerpo, en particular en relación con el sueño. A medida que el día va llegando a su fin, el cuerpo se enfría de forma natural y esta caída de la temperatura central ayuda a indicar al cerebro que es hora de descansar. Este proceso está estrechamente relacionado con la producción de melatonina, la hormona responsable de la regulación del sueño. Un ambiente más fresco en la habitación favorece esta caída natural de la temperatura, lo que facilita conciliar el sueño y permanecer dormido durante toda la noche.

Al mantener una temperatura ambiente entre 15 y 22 °C (60 y 72 °F), se alinea con el ritmo circadiano del cuerpo y crea un entorno óptimo para el descanso. Cuando la habitación está demasiado caliente, el cuerpo tiene que esforzarse más para enfriarse, lo que puede retrasar el inicio del sueño y provocar inquietud. Una habitación más fresca ayuda al cuerpo a establecerse naturalmente en un estado de descanso, lo que promueve una mayor calidad del sueño.

¿La temperatura óptima para dormir cambia con las estaciones?

Contrariamente a lo que mucha gente cree, la mejor temperatura para dormir no fluctúa significativamente entre estaciones. Las investigaciones sugieren que mantener una temperatura ambiente constante entre 18 y 20 °C (65 y 68 °F) durante todo el año es lo óptimo para la mayoría de las personas. En invierno, aunque las temperaturas exteriores bajen, se recomienda mantener fresco el ambiente para dormir para evitar el sobrecalentamiento causado por mantas gruesas o sistemas de calefacción.

En verano, mantener una habitación fresca puede ser más difícil, pero es esencial evitar la acumulación de calor, que puede alterar el sueño. Tanto en invierno como en verano, la temperatura ideal para dormir es fresca, ya que favorece el proceso de enfriamiento natural del cuerpo durante el sueño. El uso de ventiladores, aire acondicionado o la apertura de ventanas pueden ayudar a mantener este equilibrio incluso cuando las condiciones externas cambian.

Conclusión

Encontrar la mejor temperatura para dormir se reduce a crear un entorno en el que te sientas cómodo y relajado. Para la mayoría de las personas, una habitación más fresca, entre 15 y 19 °C (60 y 67 °F), suele ser ideal. Ayuda a que el cuerpo se enfríe de forma natural y se adapte a un sueño más profundo y reparador. Pero las preferencias de cada persona son diferentes, por lo que es importante experimentar y ver qué funciona mejor para ti. Si te despiertas constantemente sintiendo demasiado calor o demasiado frío, puede que valga la pena ajustar el termostato o la ropa de cama hasta encontrar el punto ideal.

Al final del día, la temperatura adecuada puede marcar una gran diferencia en lo descansado que te sientes al despertar. Ya sea que prefieras que esté más fresco o un poco más cálido, la clave es crear un espacio para dormir que permita que tu cuerpo se relaje y recargue energías. Así que, toma esa manta adicional si la necesitas o enciende el ventilador: ¡tu sueño perfecto podría estar a solo unos pocos grados de distancia!

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